Somos las mujeres que estamos entre la montaña y el mar, entre la tierra y las estrellas.
Somos las mujeres que ven el pelo blanco de la anciana madre, descansando en las montañas.
Somos las mujeres que yacen bajo su manto de noche, que abarca la tierra dormida.
Anciana, Madre de las estrellas, del invierno, de las almas.
Somos las mujeres que te recuerdan en nuestros corazones y en nuestros uteros.
Bendicenos para que podamos conocerte, cuando la luna se esconde, cuando llega nuestra sangre; Cuando los vientos son fríos y los días oscuros.
Bendicenos para que podamos abrazar lo sagrado en la oscuridad y ver la semilla de la luz que está por venir.
Dulce Madre, bendice a todas las mujeres, para que dancen dulcemente en tu corazón y caminen suavemente sobre la tierra.